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Montserrat: secretos de una montaña mágica
A 37 kilómetros de Barcelona se encuentra uno de los símbolos más representativos de Cataluña: la montaña de Montserrat. Un lugar de formas peculiares al que no le falta su buena dosis de leyendas: desapariciones, ovnis y todo tipo de propiedades mágicas.
Se dice que la montaña de Montserrat posee una energía especial, por lo que además de ser un estandarte nacionalista, es un lugar ideal para alcanzar estados metafísicos que proporcionan auténticas revelaciones vitales.
El monasterio benedictino que se encuentra en la montaña data del siglo XI y está situado a más de 700 metros sobre el nivel del mar, en un enclave ‘místico’ en el que, según parece, hasta el mismísimo napoleón creyó que se hallaba escondido el Santo Grial, motivo por el que sus tropas decidieron destruir el edificio en 1811 sin encontrar ni rastro de la preciada reliquia.
La historia de la imagen que preside la basílica, la Virgen de Montserrat -también conocida como ‘La Moreneta’- no dista mucho de cualquier otra historia de vírgenes que guían a pastores perdidos hasta cuevas con un resplandor sobrenatural en el que finalmente se encuentra a la patrona. Y es que la particularidad de este lugar no tiene tanto que ver con los aspectos religiosos y la devoción de los cientos de miles de visitantes que acuden a rogarle a la Virgen, como de otros extraños sucesos que, al parecer, se han vivido en la montaña.
Por un lado, el tema de las desapariciones registradas desde mediados de los 70. Es un tema que hay que tratar con la precaución con la que se tratan todas las historias propensas a tener más de leyenda que de realidad. Pero aunque sólo sea como parte del folklore del lugar, hay que destacar al menos cuatro casos populares.
El primero de ellos, el sucedido en 1975. Durante la Noche de San Juan, un vecino de Collbató que participaba en la extinción de un incendio, desapareció sin más en una zona en la que aparentemente no existía ningún peligro. Años más tarde, en 1980, uno de los empleados del tren cremallera de Montserrat, desaparecía con su perro en la montaña y no volvía a saberse más de él. La misma suerte habría de correr una mujer en 1985, que tras varias excursiones a la montaña le había confesado a una amiga sentir una potente atracción hacia algunas de las grietas del camino. No se encontró ni rastro del cuerpo de la desaparecida, únicamente su coche aparcado en la montaña, igual que en el caso de la última desaparición, en 1998, esta vez protagonizada por un hombre de 38 años que realizaba una excursión en solitario.
Por otro lado, se habla también de extrañas luces y avistamientos desde la montaña. Ya desde el siglo XVI, San Ignacio de Loyola -fundador de la compañía de Jesús-, documentó algunas de sus vivencias como ermitaño en la montaña de Montserrat, en las que habla de alucinaciones y estados místicos de éxtasis.
Desde hace muchos años, un experto en ufología llamado Luis José Grifol se dedica a recabar información acerca de ‘las luces’ de la montaña de Montserrat e intenta elaborar un patrón sobre avistamientos, aunque al parecer no existe una pauta específica. Sin embargo, la noche del 11 de cada mes, Grifol sube a la montaña para contemplar el cielo y registrar algunas de sus particularidades, después de que en 1977 tuviera su primera experiencia sobrenatural al observar unas luces durante la noche y sentir un extraño hormigueo en el cuerpo. A partir de entonces, Grifol asegura haber tenido esta misma sensación en múltiples ocasiones y haber desarrollado ciertas capacidades premonitorias.
En la montaña de Montserrat en concreto, asegura haber hecho numerosos contactos con seres extraterrestres, acompañados de visiones y conexiones telepáticas que, según Grifol, confirman la presencia de una energía especial en la zona.
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