Galileo Galilei y la Iglesia Católica: un enfrentamiento que hizo historia – El Ilustrador digital

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Galileo Galilei y la Iglesia Católica: un enfrentamiento que hizo historia

Juicio a Galileo GalileiPodría decirse que este físico, matemático, astrónomo y filósofo italiano -al estilo del ‘hombre del Renacimiento’- tenía los pies firmes en el suelo pero vivía con la cabeza en las estrellas. Condenado a arresto domiciliario de por vida por aquellos que quisieron acallar su verdad, ni siquiera la fe pone en duda que sus ideas iluminaron el mundo.

El enfrentamiento entre Galileo Galilei y la Iglesia Católica es uno de los ejemplos más evidentes de cómo Ciencia y Religión nunca han tenido una relación precisamente cordial. Las ideas de este ‘hombre del Renacimiento’, acérrimo defensor de las teorías copernicanas y, por lo tanto, detractor del geocentrismo -teoría según la cual la Tierra es el centro del Universo- presente incluso en la Biblia -según la interpretación que se le quiso dar en el momento-: “Tú has creado la Tierra fija e inmóvil”, señala en una de sus líneas el salmo 93:1.

Galileo Galilei dedicó gran parte de su vida a buscar pruebas que respaldasen la hipótesis heliocéntrica panteada por Copérnico según la cual todos los planetas giran alrededor del Sol y para ello aplicó por primera vez el ‘Razonamiento inductivo’, basado en la observación como herramienta para explicar la realidad, frente al ‘Razonamiento deductivo’ de la Iglesia Católica, suficiente para justificar la existencia de Dios.

Por su puesto, la institución religiosa más importante de la Historia no estaba dispuesta a dejar la Ciencia contradijera lo que estaba en las Sagradas Escrituras y, a pesar de que un comité de sabios compuesto por jesuitas del Colegio Romano verificara que las observaciones de Galileo eran exactas, el famoso astrónomo italiano, creador de una nueva doctrina de pensamiento, instigador de una auténtica revolución científica y amante del progreso y del descubrimiento, fue sometido a un duro juicio por atentar contra los principios de la fe cristiana, esto es, por herejía.

Así, a pesar de que Galileo Galilei se defendió con pruebas basadas en observaciones y resultados reales para respaldar sus argumentos, éstas fueron insuficientes frente a una oposición fuerte y organizada que no se limitó a contradecir sus investigaciones sino a desprestigiar todo cuanto había hecho por la Ciencia. El acusado se tuvo que enfrentar a muchos religiosos y, peor aún, a muchos colegas científicos que ridiculizaron su Teoría de los cuerpos flotantes.

Con todo, durante algo más de cinco años, Galileo pudo seguir desarrollando sus estudios y lograr cierta aceptación en círculos muy reducidos de eruditos que se rendían a la obviedad de sus planteamientos, pero el 26 de febrero de 1616 sucedía lo inevitable: el Santo Oficio, con el beneplácito del Papa Pablo V, censuraba oficialmente las teoría copernicana asegurando que se trataba de “una insensatez, un absurdo en filosofía, y formalmente herética”.

Galilelo se ve obligado a abandonar sus investigaciones sobre el Universo y se le pide que su teoría sea presentada sólo como una hipótesis, no como un hecho comprobado. Según la opinión de algunos historiadores, la Inquisición habría actuado en este sentido con una actitud más ‘científica’ de lo normal y la ‘culpa’ del abandono de estos estudios habría sido de Galileo por su incapacidad para demostrar esta tesis en el momento en el que se le requería.

Pasaron más de 15 años hasta que Galileo decidió retomar estos estudios y saltarse el decreto de 1616 para presentar nuevas pruebas que respaldaban su teoría. La publicación de Diálogo sobre los principales sistemas del mundo era una ofensa en toda regla a la teoría geocentrista, y no pasó inadvertida a los ojos del Santo Oficio.

Galileo Galilei, a sus 68 años de edad, tuvo que someterse entonces a un largo proceso judicial que dio comienzo el 9 de abril de 1633 y finalizó el 20 de junio con la lectura de la condena en el templo romano de Santa María sopra Minerva: prisión perpetua -que sería conmutada por el arresto domiciliario perpetuo- y abjuración de sus polémicas ideas.

Se suele decir que tras renegar de sus principio, Galileo Galilei pronunció la famosa frase “Eppur si muove” -”Y, sin embargo, se mueve”. Aunque para muchos es poco probable que esta declaración se produjera en un momento tan delicado en el que Galileo se jugaba algo más que la dignidad.

Aún habría de vivir otros cinco años, confinado en su casa de Florencia, sin imaginar -tal vez- que sus teorías sobre el Universo terminarían siendo tan importantes para la Ciencia.

 

 

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